Siente el Silencio, escucha el Silencio, saborea el Silencio. El Silencio es la Música de tu Alma

martes, 29 de mayo de 2012

Empezar por lo pequeño



Un asceta meditaba profundamente en su cueva cuando se sintió molestado por un ratoncillo que se puso a roer sus ropas.

  • Márchate estúpido - dijo el ermitaño - ¿No ves que has interrumpido mi meditación?
  • Es que tengo hambre - contestó el ratón.
  • Llevaba más de treinta días de meditación buscando la unidad con Dios y me has hecho fracasar - se lamentó el ermitaño.
  • ¿Cómo buscas la unidad con Dios si no puedes siquiera sentirte unido a mí que sólo soy un simple ratón? - respondió el roedor.

sábado, 19 de mayo de 2012

El eco y la vida



Un niño y su padre están caminando en las montañas, de repente, el hijo se cae, se lastima y grita, "Ay!" 

Para su sorpresa oye una voz repitiendo en algún lugar de la montaña "Ay!". 

Con curiosidad el niño grita "¿quién está ahí?" recibe como respuesta "¿quién está ahí?". 

Enojado por la respuesta el niño grita "Cobarde!" y recibe como respuesta "Cobarde!". 

El niño mira a su padre y le pregunta, "que sucede?". 

El padre sonriendo le dice: 

"Hijo mío, presta atención", y grita a la montaña "te admiro!" y la voz le responde "te admiro!", de nuevo el niño grita "eres un campeón" y la voz le responde "eres un campeón". 

El niño esta asombrado pero no entiende, el padre le explica: 

"La gente lo llama eco, pero en realidad es la vida, te devuelve todo lo que dices y haces. Nuestra vida es solamente un reflejo de nuestras acciones; si deseas más amor en el mundo, crea más amor a tu alrededor; si deseas felicidad, da felicidad a los que te rodean; si quieres una sonrisa en el alma, da una sonrisa al alma de los que conoces. 

Esta relación se aplica a todos los aspectos de la vida, la vida te dará de regreso exactamente aquello que tu le has dado. Tu vida no es una coincidencia, es un reflejo de ti. 

Alguien dijo: Si no te gusta lo que recibes de vuelta, revisa muy bien lo que estas dando."
 

martes, 8 de mayo de 2012

LA PRUEBA DEL MAESTRO



<<Soy pobre y débil>>, dijo un día un maestro a sus discípulos, pero vosotros sois jovenes, y yo os enseño: es deber vuestro, por lo tanto, conseguir el dinero que vuestro viejo maestro necesita para vivir>>. 

<<¿Cómo podemos hacer eso?- preguntaron los discípulos-. Las gentes de esta ciudad son tan poco generosas que sería inútil pedirles ayuda>>. 

<<Hijos míos- contestó el maestro-, existe un modo de conseguir dinero, no pidiéndolo, sino cogiéndolo. No sería pecado para nosotros robar, pues merecemos más que otros el dinero. Pero, ¡ay!, yo soy demasiado viejo y débil para hacerlo>>. 

<<Nosotros somos jóvenes- dijeron los discípulos- y podemos hacerlo. No hay nada que no hiciéramos por vos, querido maestro. Decidnos sólo cómo hacerlo y nosotros obedeceremos>>. 

<<Sois jóvenes- dijo el maestro- y es poca cosa para vosotros el apoderaros de la bolsa de algún hombre rico. Así es cómo débeis hacerlo: escoged algún lugar tranquilo donde nadie os vea, y luego agarrad a un traseúnte y coger su dinero, pero no lo lastiméis>>. 

<<Vamos inmediatamente>>, dijeron los discípulos, excepto uno, que había callado, con la mirada baja. 
El maestro miró a ese joven discípulo y dijo: 

-Mis otros discípulos son valientes y están deseosos de ayudarme, pero a ti poco te preocupa el sufrimiento de tu maestro. 
-Perdonadme, maestro- contestó-, pero el plan que nos habéis explicado me parece irrealizabe; éste es el motivo de mi silencio. 
-¿Por qué es irrealizable?- preguntó el maestro. 
-Porque no existe lugar alguno en el que no haya nadie que nos vea- contestó el discípulo-; incluso cuando estoy solo mi Yo me observa. Antes cogería una escudilla e iría a mendigar que permitir que mi Yo me vea robar. 

A estas palabras, el rostro del maestro se iluminó de gozo. Estrechó al joven discípulo entre sus brazos y le dijo: <<Me doy por dichoso si uno solo de mis discípulos ha comprendido mis palabras >>. 
Sus otros discípulos, viendo que su maestro había querido ponerlos a prueba, bajaron la cabeza avergonzados. 

Y desde aquel día, siempre que un pensamiento indigno les venía a la mente, recordaban las palabras de su compañero: <<Mi yo me ve>>. 

Y así se convirtieron en grandes hombres, y todos ellos vivieron felices por siempre jamás